y ansío sentir cerca los colores que surgen de tus manos.
Esos que cambiarán el arcoíris del blancogrisnegro de mi ser
y me llenarán la piel de entes de legendaria estirpe.
Mi persona tiembla tan solo verte.
Mi persona tiembla tan solo verte.
Y es que te deseo jugando en mi entrepierna,
como nadie antes te deseó, dulce Horus.
Señor obscuro, hedonista.
Dios que corrompe mis sensaciones dormidas.
Cierro los ojos y lo roto de tu nombre,
Cierro los ojos y lo roto de tu nombre,
plasmado en el papiro,
se convierte en eso que me lleva al éxtasis.
Al suave gemido que escapa de mis labios,
cuando por las madrugadas,
tomas mi sexo subrepticiamente,
en el sueño perfecto en el que solo existimos tu y yo.
Aunque tus caricias regresen siempre al territorio de la mujer leopardo.
Aunque tus caricias regresen siempre al territorio de la mujer leopardo.