Dulces labios rojo fresa.
Niño-ángel hermoso, tomando valor para volar
y acercar tu sonrisa a la mía.
Miedo de traspasar lo prohibido.
Cuando a nuestra edad y en nuestro tiempo, un beso lo era.
El primero tuyo y mío.
Un roce.
Menos de dos segundos en la piel
y una eternidad para disfrutarte.
Cierro los ojos y mi cabeza aún gira.
Conejos brincan en mi vientre.
Todo movimiento se detiene, nadie camina.
Silencio total que se rompe porque el aire
se niega a llegar a mis pulmones,
si no es impulsado por un suspiro.
Abro los ojos.
Han pasado veintisiete años
y te siento todavía…
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