Los muertos
nunca se mantienen muertos.
Regresan,
cambian las
vidas de los que siguen aquí.
Mis muertos
no han sido más que una excusa,
un pretexto
para ti.
Mis muertos
son más tuyos que míos,
porque los
desentierras y sacas y limpias sus huesos periódicamente,
con
insistencia;
para que no
mueran por completo.
Mis muertos
no han descansado desde el día en que se fueron.
Comen de tu
plato y beben de tu café.
Pasean por
las calles de tu brazo,
saludando con
una inclinación de cabeza
a quienes
voltean a verlos.
Y muy tarde,
cada noche,
duermen
abrazados a tu pierna para que no los olvides ni me dejes olvidarlos.
Es por eso
que los muertos,
mis muertos,
nunca se han
podido mantener así.
Porque viajan
con nosotros a cada momento.
Gracias a tu
recuerdo.
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