martes, 24 de mayo de 2011

CRÓNICA DE UNA COLPOSCOPÍA


Y es casi una experiencia religiosa,
sentir que resucito si me tocas…
“Experiencia Religiosa” Garcia, Chein

Hay que comenzar explicando ¿Qué Chihuahuas es una Colposcopía? Bueno, en palabras elegantes, la colposcopía es un procedimiento médico en el cual se utiliza un microscopio especial (llamado colposcopio) para examinar detenidamente el cuello uterino (la abertura del útero, o matriz). En términos profanos, es cuando te meten una cámara por la florecita para verte lugares jamás tocados por la mano del hombre. A menos, claro que haya sido tu ginecólogo o algún galán con espíritu aventurero.

De entrada, el hecho de que te lo expliquen, te da terror. Si eres mujer. Si eres hombre, te da envidia, pero la escudas en el viejo chiste de: “Pues ese doctor trabaja donde los demás se divierten”. ¡Baah! Mejor veamos el caso de las mujeres. Cuando te dicen que necesitas este tipo de exploración médica, es realmente desagradable. Obvio, a nadie en su sano juicio le gusta exponer su intimidad nomás así porque si. Tiene que existir la sospecha por parte de los profesionales de que algo no está bien, para con cara de ya qué y un gran suspiro, resignarte a pasar por esta experiencia. Y tu piensas ¿Por qué precisamente a mi? ¿Por qué no pude haber tenido, no sé... Las puntas del cabello abiertas o una uña enterrada? ¡¡Peeroo noo!! El detallito tenía que estar en tus entrañas, primer hogar de tu hija, el lugar donde se produce ese cambio gracias al cual te conviertes en una fierecilla indomable cada 28 días…

Una noche antes de la cita, no puedes dormir y como es de esperarse, el día de la cita tu llegas súper nerviosa y apenada, con lentes obscuros aunque hayas salido de casa a las 6:00 a.m. porque no quieres que nadie te vea o te reconozca. Al llegar, te encuentras con que la cita que te agendaron era a las 8:00 a.m., pero eso es un engaño, porque es a esa hora cuando recogen los carnets y las consultas empiezan hasta las 9:00 a.m. y pa acabarla de amolar, delante de ti hay 6 mujeres esperando por tener esa misma inolvidable experiencia. ¡Qué maravilla! Aunque en ese momento, pasa a segundo plano cuánto tiempo esperarás en la antesala y lo que te van a hacer dentro del consultorio. Todo porque ¡No eres la única! No importa la edad, condición social o color del cabello, TODAS tenemos la misma cara de intersección yuxtapuesta. Bueno, casi todas. Las que ya saben a lo que van porque ya cuentan con su tarjeta de cliente frecuente, la han cambiado por una de resignación. Pero ojo y este dato es MUY importante: Bajo ninguna circunstancia, te acerques a ellas buscando información o consuelo. Te prometo que para cuando terminen de platicarte lo que te van a hacer, sentirás náuseas, ganas de salir corriendo y el color de tu piel habrá cambiado de rosa chapeteado a un hermoso tono verde Me Late.

Por fin y después de 2 horas de tortuosa espera, durante las cuales terminaste el libro que llevabas, pasaste al nivel 58 del único jueguito de tu celular, limpiaste la cartera de tickets de compra y de calendarios del 2007, sale la enfermera y dice tu nombre. Y tu caminas lentamente, como condenado rumbo al cadalso. Te asomas con cautela y la dulce enfermera, acostumbrada a la misma acción desde el principio de sus servicios en la clínica (hace como 35 años), “delicada y suavemente” te empuja hacia adentro y cierra la puerta con un rápido movimiento que ni Jackie Chan, en sus mejores tiempo podría superar. Todavía no has logrado recuperar la conciencia de lo sucedido y no sabes de donde, te llega una alegría infinita. Primero, porque quien te recibe es una doctora: Cuando menos, ya no te sentirás ultrajada (o no tanto). Y segundo porque con toda la paciencia del mundo, entre ella y la enfermera, se encargan de tranquilizarte, explicándote todo el procedimiento a detalle y haciéndote ver que no pudiste caer en mejores manos que las de ella. La cama de exploración ya no te parece potro de tortura y al parecer, todo estará muy bien. Y digo al parecer porque el espejo de exploración que entra por ya-sabes-donde, está muy, Muy, MUY, MUUYY frío. Señores científicos del mundo. ¿Por qué habiendo inventado los tenis super mágicos que te adelgazan solo de verlos, no han podido inventar un aparatito para, ya no digamos calentar, ENTIBIAR esa cosa horrenda que entra sin avisar, ni presentarse?

Durante la exploración, las más aventadas se atreven a mirar la pantalla en donde puedes ver en todo su esplendor, tu intimidad. Yo lo hice, primero porque mi sueño público es el de ser actriz y no podía desperdiciar la oportunidad de verme en la pantalla chica. Pero también para ver si lograba encontrar algo que me diera indicios de si había o no problema. Y si. Encontré uno. El principal problema es que no soy ginecóloga y todo absolutamente me pareció igual. Por supuesto, para inmortalizar el momento de mi debut en tv, me tomé una foto. Que no comparto contigo porque una tiene su pudor y mostrártela rebasa los límites del buen gusto y la decencia.

Finalizando el examen y en palabras de la doctora, no se encontró ninguna lesión visible. Pero tomó muestras para que sean analizadas en el laboratorio y en 3 meses tendré los resultados y mi siguiente cita romántica con Espéculo. A ver si para entonces, ya se le quitó lo frío conmigo. Salí del consultorio más tranquila, porque sobreviví a la exploración. Pero un detalle me hizo sentir una tristeza infinita. Descubrir que la belleza interna no existe. Que soy más fea por dentro que por fuera. ¿No me crees? Te enseño la foto. Pero no te lo recomiendo a menos que quieras tener pesadillas y utilizar ansiolíticos por el resto de tus días. Como el gato, que por goloso y por comerse un plumero perfumado, pasó cada día de sus 7 vidas echándose unas plumas bien olorosas. Pero esa es otra historia…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ayyy, me encantó!!! Por fin alguien lo describe tal como es, porque las páginas médicas dicen que apenas se sienten molestias y eso no es cierto.