viernes, 16 de octubre de 2015

TU Y YO NO SOMOS AMIGAS

Aceptémoslo. Algunos nacen con estrella y otros estrellados. O poniéndolo en palabras más claras. No es lo mismo que lo mesmo. En general, todos tenemos alguna habilidad, la mía, sinceramente no es la cocina. Pero la que en este momento te voy a platicar, es la habilidad que no tiene mi hermana. La tecnología y ella son enemigas a muerte. Con declaración firmada y toda la cosa. Y es que pareciera que a mi hermana, la sacaron de la cueva Cromagnon donde vivía y la insertaron en un indescifrable mundo digital. No, no exagero.

Hasta el 13 de febrero de este año, ella era feliz. Tenía una vida feliz, iba a su clase de repostería, feliz. Caminaba por las playas de su hermosa isla Ciudad del Carmen, en Campeche, feliz y tenía un celular para mensajes y llamadas con una lucecita feliz. Pero el 14 de febrero, contrario a lo que le sucede a todo el mundo, que se vuelve amorosamente empalagoso, toda esta melcocha feliz se acabó. Mi adorable cuñado, le regaló un Blackberry… ¡Aww! Y la verdad, si. Confieso que sentí un poco de envidia, porque ¿Cuántas de nosotras no nos sentiríamos dichosas por recibir un obsequio igual? Yo creo que todas casi sin excepción. La excepción que confirma la regla, es mi hermana. En el minuto que tardó en romper la envoltura del regalo, literalmente su vida enloqueció. Primero porque con sus dedotes (como ella misma, les dice, yo no tengo nada que ver en el sobrenombre) oprime más teclas de las que debería, enviando mensajes del estilo “Nbores ve3m0osz adlo ratop”. Que quizá te parezcan graciosos, pero fueron casi causal de divorcio, porque mi cuñado pensó que mi hermana estaba borracha cuando lo escribió. Y es que entre que estaba aprendiendo a usarlo, los “dedotes” y la gran cantidad de funciones que tiene en un aparato tan pequeño, mi hermana le envió un mensaje de amor a mi esposo, regañó a mi papá por no recoger su cuarto antes de irse con sus amigas y le pidió a su jefe que no olvidara comprar la leche antes de llegar a casa. Al final del día, mi hermana no termina con una oración, si no con un Mantra: “La tecnología es mi amiga, no me ataca, es mi amiga…”

Y así puedo contarte mil historias de sus desventuras con la tecnología. Ni la lavadora “inteligente” se salvó de sus garras. Pobre. En una ocasión casi recibió una sarta de patadas porque no quería funcionar. Tan sencillo que era cerrar la puerta de la lavadora… Pero mi hermana, no comprendió esto hasta que llegó el técnico que la iba a reparar, mismo que le explicó con palitos y bolitas que para que una lavadora inteligente funcione, se debe cerrar la puertita y solo así, comenzará el ciclo de lavado. Después del bochorno, mi hermana se sentó un momento a solas y repitió por millonésima vez, su Mantra.

Ella podría ser la del chiste de: Riiing. “Servicio en línea la PC feliz, le atiende Juan ¿Con quién tengo el gusto?”. ”Alejandra, señor Juan”. “Dígame señorita Alejandra, ¿en qué puedo servirle?”. “Señor, mi computadora no enciende, no importa lo que haga o le mueva, no quiere”. “Señorita Alejandra, ¿Verificó que su computadora esté conectada correctamente?”. ”Claro que está conectada. Pues ¿Quién cree que soy? Y no a la corriente, si no al regulador, para que no se descomponga”. Respondería ella enojada. Y el técnico diría “Y ¿El regulador está encendido, Señorita Alejandra?” Y mi hermana contestaría: “¡Oh! Bueno… Este… ¿Si verdad? Gracias por su ayuda”. Click. Obvio repitiendo para sus adentros: “La tecnología es mi amiga, no me ataca, es mi amiga…”. 

Estas deficiencias tecnológicas, a mi me beneficiaban, porque cuando éramos niñas, su enemistad con la tecnología me hacía ganar en los videojuegos. Mientras ella apenas aprendía el uso del control, yo ya me había hecho una maestra del juego. Je, je. Aunque eso no podía durar por siempre y desafortunadamente para mi, mi hermana tuvo por hija un cerebrito de esos que, tecnológicamente hablando, todo lo resuelven.

A sus 11 años, es la encargada de programar el I Pod de su papá, busca el mejor antivirus para la PC, twittea, chatea desde su celular. Su más reciente “chistecito”, consiste en que aprendió a dibujar ¡Anime en Paint! y obviamente, maneja mejor que nadie en su, familia las funciones del celular de su mamá.

Y no imaginas las palizas que me ha dado en todo video juego que osa caer en sus manos. Y conste que no por edad, ¿Eh? Pero es una maestra en el Wii Sport, el Nintendo DS, el Guitar Hero... Y no porque yo sea una viejita, ¿Eh? Si no porque parece que tiene un sexto sentido, un chip integrado o no sé qué, pero su habilidad en el manejo de todo lo que tenga que ver con tecnología, es impresionante. Ella fue quien llegó a redimir a su madre y además, a recordarnos a varios que la actualización constante es básica para no terminar siendo un analfabeta tecnológico.

Por lo pronto, mi hermana ya tiene su “asistencia cercana”, mientras que yo, como madre de una pequeña de 9 años, medio artistoide hipianteca y a la que las computadoras le interesan lo mismo que nada, estoy empezando a sentir lo que mi hermana durante todos estos años: que la tecnología es mi enemiga.

Ah, por cierto. Si sabes cómo Chihuahua se administra un blog, por favor dime. Es que tengo dos horas tratando de entender cómo hacerlo y de verdad que no entiendo na de na… Si, ya se. Debería hablarle por teléfono a mi sobrina para que resuelva mis dudas, pero es que está en horario de clases y no me va a tomar la llamada. Y me da cosa que me conteste la grabadora de su cel: “Si quieres dejar un mensaje urgente, presiona 1. Si quieres dejar un mensaje con attachment, presiona 2. Si quieres dejar un mensaje con gráficos… ” ¡Noo! ¿Yo qué sé de eso? Mejor me espero a que regrese de la escuela y le llamo a su casa. Por lo pronto, le voy a copiar el Mantra a mi hermana “La tecnología es mi amiga, no me ataca, es mi amiga…”

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