viernes, 22 de enero de 2016

NUESTRA NOCHE

En este momento duermes y descansas. Tu noche está por terminar y la mía está comenzando. El frío se mete por una pequeña rendija de mi pijama y, temblando, pienso si tengo un espacio en tus sueños. Si hay alguna posibilidad de entrar en tus días.

Y por unas pocas horas, comparto contigo la noche. Aunque no la cama.

1 comentario:

Ernesto R. del Valle dijo...

Hay noches y «noches», ¡Sí! Noches pálidas, sin valor de noches, porque su esencia no calma ardores, no terminan con la abulia de los relojes sin péndulos que oscilen o minuteros que marquen el bosquejo del tiempo. Una noche marco la estancia del verano en las almas de un hombre y una mujer. A partir de esa hojarasca y vientos nuevos, las noches tuvieron piel y la piel caricias y las caricias, quejidos y fueron más que noches en el estuario de sus vidas.